Junto a CIPPEC lanzamos una campaña para contarte más sobre quiénes son los/as trabajadores/as de espacios de crianza, enseñanza y cuidado (CEC) para la primera infancia ⬇
Pese a estas diferencias, los y las trabajadoras de espacios de crianza, enseñanza y cuidado (CEC) comparten una serie de características: están en contacto con quienes cuidan, sus calificaciones son poco reconocidas, sus remuneraciones son relativamente bajas y no siempre son provistos/as de los materiales adecuados para desempeñar sus funciones (OIT, 2019). Frente a este diagnóstico, avanzar en el fortalecimiento de sus condiciones laborales y trayectos formativos debe constituirse en una política pública prioritaria.En Argentina, caracterizar a los y las trabajadoras de primera infancia es un desafío complejo. La diversidad de los espacios en los que se desempeñan se corresponde con una notoria heterogeneidad en sus perfiles: dependiendo del formato institucional y su localización territorial, tienen acceso a distintas remuneraciones, condiciones laborales y oportunidades de formación y certificación de capacidades (Florito, Guevara y Camisassa, 2020).
Esto no solamente es un imperativo desde una perspectiva de derechos, sino que también constituye una oportunidad clave para el desarrollo económico (Díaz Langou, Caro Sachetti y Karczmarczyk, 2019) y un camino fértil para avanzar conjuntamente hacia la equidad de género y el desarrollo pleno de niñas y niños (Díaz Langou y Biondi, 2018).

El universo de espacios CEC en el que trabajan los/as cuidadores/as es muy heterogéneo. Dentro de él, conviven jardines de infantes oficiales y no oficiales, salas cuna, espacios de primera infancia y centros de desarrollo infantil, entre otros. Estos formatos institucionales difieren tanto en los recursos con los que cuentan como en su misión institucional, la cantidad de niños/as que reciben, los esquemas de supervisión estatal a los que están incorporados, los ministerios de los cuales dependen y el acompañamiento pedagógico que se les otorga (Cardini, Díaz Langou, Guevara y Achával, 2017).
A nivel nacional, la oferta no sólo es heterogénea, sino que también es escasa e inequitativa: entre el 2011 y el 2012, sólo el 32% de los/as niños/as de entre cero y cuatro años accedía a algún tipo de institución CEC. Los/as más pequeños/as (entre 45 días y 2 años), de sectores socioeconómicos más vulnerables y que habitan territorios más alejados de las grandes metrópolis son quienes se encuentran en peores condiciones para concurrir a un espacio CEC (Díaz Langou y Cardini, 2018).
Para mejorar el acceso y la calidad de las instituciones donde se desempeñan los y las trabajadoras de primera infancia, es necesario contar con información pública y confiable sobre los espacios existentes, ampliar su cobertura, articular la oferta en pos de una mayor integralidad (Repetto, Díaz Langou, Aulicino, De Achával y Acuña, 2016), constituir Marco Federal para los Espacios CEC (MAFECEC) que funcione como criterio común para su funcionamiento (Florito, Karczmarczyk y Petrone, 2020) y mejorar la formación y las condiciones laborales de quienes allí trabajan (Florito, Guevara y Camisassa, 2020).

La formación de los/as trabajadores/as de primera infancia tiene un rol fundamental para garantizar el desarrollo integral de niñas y niños. Si bien la información disponible es escasa y se halla fragmentada (Guevara y Cardini, 2019), se evidencia un claro contraste entre los trayectos formativos de los/as trabajadores/as de espacios vinculados con la enseñanza oficial y el resto (Florito, Guevara y Camisassa, 2020).
En los espacios dependientes del Ministerio de Educación, los/as docentes tienen un título terciario o universitario al momento de entrar al sistema educativo -ya que es un requisito para acceder al cargo docente- y cuentan con una oferta de capacitación continua diversa y en servicio. En el resto de las instituciones CEC (CDI, EPI, Jardines de infantes no incorporados a la enseñanza oficial, entre otros), se visualiza una situación mucho más heterogénea: hay trabajadores/as que son docentes, psicólogos/as o psicopedagogos/as titulados/as, otros/as que están cursando sus estudios terciarios, algunos/as con secundario completo y otros/as que tienen el tramo de educación obligatoria incompleto.
En lo que respecta a su formación continua, en los últimos años se ha avanzado en la ampliación de la oferta, pero aún no está articulada de forma tal que conduzca a trayectos profesionalizantes ni hay una retribución en términos de remuneración. Esta disparidad entre sectores representa un problema en términos de igualdad y condiciona la calidad de las prestaciones (Florito, Guevara y Camisassa, 2020). Por ello, es preciso garantizar una formación integral que considere las funciones de enseñanza, crianza y cuidado para todos los/as profesionales que se desempeñan en instituciones CEC. Esta debe contemplar los antecedentes educativos de los/as trabajadores/as y ofrecer cursos en servicio hilados en una estrategia profesionalizante.

En Argentina, las mujeres dedican casi el doble de tiempo que los varones a realizar tareas domésticas no remuneradas (DNEIyG, 2020). Esta desigual distribución impacta directamente sobre su nivel de participación en el mercado de trabajo y sobre la calidad de los puestos a los que acceden (Díaz Langou, De León, Florito, Caro Sachetti, Biondi y Karczmarczyk, 2019). Ampliar la oferta de espacios CEC y mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores/as es un paso conjunto hacia la equidad de género y el desarrollo integral de la primera infancia (Díaz Langou y Biondi, 2018).
Extender la cobertura de las instituciones CEC en el marco de un Sistema Integral y Federal de Cuidados liberaría de la responsabilidad exclusiva de la conciliación de la vida familiar y laboral a las mujeres (Díaz Langou, D´alessandre y Florito, 2020). Al mismo tiempo, tiene un alto potencial de generación de empleo femenino, ya que el sector de trabajadores/as CEC está altamente feminizado (Díaz Langou, Caro Sachetti y Karczmarczyk, 2019).
No obstante, es imperativo garantizar condiciones de trabajo decente en el sector para evitar que las brechas laborales de género se perpetúen. Actualmente, se constata una fragmentación similar a la presente en los trayectos formativos: los/as docentes tienden a estar mejor remunerados/as, más sindicalizados/as y en vínculos laborales más sólidos; en cambio, los/as trabajadores/as del resto de los espacios pueden ser empleados/as municipales, monotributistas o incluso becados/as o jornaleros/as que perciben remuneraciones informales sin acceso alguno a la protección social (Florito, Guevara y Camisassa, 2020).
Igualar las condiciones laborales de todos/as los/as trabajadores/as de primera infancia y garantizar su representación colectiva sin importar la institución donde se desempeñen constituye un avance en términos de derechos sociales y laborales que contribuye, al mismo tiempo, a la equidad económica de género y al desarrollo de la primera infancia.
Encontrá más información en el proyecto de CIPPEC “Instituciones de crianza, enseñanza y cuidado (CEC) para la primera infancia”.
A su vez, si trabajás con la primera infancia y necesitas herramientas, te invitamos a visitar nuestra sección de recursos haciendo click acá.